El viernes pasado se celebró en el Museo del Traje de Madrid (al que Hubert de Gyvenchi acaba de donar 6 vestidos, entre ellos uno que fue de Audrey Hepburn), la entrega del premio de moda "Aguja de Oro", que María Rosa Salvador lleva entregando 25 años a los mejores diseñadores, tanto nacionales como internacionales.
El galardón celebraba su 25 aniversario, y este año el premiado era John Galliano, que triunfa y ha demostrado su enorme creatividad no sólo en sus propias colecciones, sino también al frente de la casa Christian Dior (que este año también está de aniversario, ya que celebra el centenario del nacimiento de su fundador).
Como todos los años, un jurado formado por diseñadores, como Jesús del Pozo y Roberto Verino, modelos, como la top Nieves Álvarez, y famosas como Isabel Preysler y Carmen Martínez-Bordiú, decidió el ganador. Este año, además, por celebrarse el aniversario de la Aguja de Oro, le dieron una Aguja de Oro especial a la fundadora del evento. María Rosa Salvador, a ella su aguja especial se la impuso Jesús del Pozo, primer diseñador español que la recibió.
El "trofeo" para los diseñadores que la reciben es un alfiler con forma, obviamente, de aguja en oro amarillo con 27 diamantes Brown, diseño de la firma de joyería Carrera y Carrera. El premio es prestigioso y, hasta ahora, todo el que lo había recibido había venido a recogero. Así fue con Valentino, que lo recibío el año pasado al mejor disañor internacional, en la foto de arriba junto al genial diseñador Manuel Pertegaz que también fue homenageado, o Narciso Rodriguez, que lo recibió en el año 1998, cuando era el Director Artístico de Loewe.
También vinieron a recoger sus Agujas de oro, Jean Paul Gaultier y Manolo Blahnik.
Otros diseñadores españoles que la han recibido son: Sybilla en el año 1997, que en la foto sale junto a María Rosa Salvador e Isabel Preysler, creadora del premio y miembro habitual del jurado que lo otorga respectivamente. Elena Benarroch en el año 85 y Jesús del Pozo en 1982 o Ángel Schlesser.
1 comentario:
Pues verdaderamente es un estúpido, ¡qué le den!
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