miércoles, 23 de noviembre de 2005

Renée Lalique

Se acerca el puente de la Constitución, o de la Inmaculada, según se mire, perfecto para viajar y desconectar de la rutina (los que tengan la suerte de poder cogerse puente). Bien, pues un destino perfecto es Lisboa. Si nunca habéis estado en la capital lusa, que sepais que realmente mereca la pena, a mí me enamoró. Tiene ese encanto que sólo las ciudades con Historia (con mayúsculas) tienen, pero con el añadido de los colores y la luz. Sí, es cierto que parece que le falte una capa de pintura, pero eso sólo molesta si eres de las que lo quiere todo perfecto e impecable, a mí me parece que ese efecto de ciudad gastada es lo que le da el encanto especial que tiene. Y la luz, ¿cómo alguien que haya estado en Lisboa, puede referise a París como la ciudad de la luz? Para mí, es totalmente cierto que "París bien vale una misa", como dijo Enrique IV, pero la ciudad de la luz es Lisboa, una ciudad totalmente abierta al mar, con gente muy amable, dónde se come de maravilla y abundante (imprescindible pobrar los pastelitos de crema, especialmente los que hacen en Belén), y con tranvía, que le da un toque especial también. He subido dos fotos, una de la ciudad con el Castillo de San Jorge (las vistas desde ahí son maravillosas), y otra de uno de los paseos del Parque Gulbenkian, donde están el Museo y la Fudación Gulbenkian, además de otras instalaciones culturales. Y al Museo Gulbenkian es donde quería llegar.



El parque es maravilloso, es céntrico, al lado de la Embajada Española, pero más maravillosa es aún la colección de arte que Gulbenkian atesoró en vida y donó a los portugueses a su muerte. La colección tiene piezas del antigüo Egipto, Greco-Romanas (con monedas que parecen sacadas de cuña, yo no he visto monedas antigüas en tan buen estado en mi vida), también hay piezas antiguas de Mesopotamia, del Próximo Oriente, de Armenia, de Extremo Oriente (las cajas de laca japonesas me encantaron), así como piezas decorativas, escutura de diferentes épocas, pintura del siglo XVII hasta el siglo XIX, muebles de época franceses. Vamos, una colección de lujo. Y entre todas esas piezas, hay una sala especial reservada para las creaciones de Renée Lalique (1860-1945), figura clave en el Art Nouveau, por sus creaciones, sobre todo en cristal, de todo tipo de piezas: aparatos de luz, jarrones, joyas, frascos de perfume... En la colección Gulbenkian hay sobre todo joyas, aunque también hay platos y cálices. Aquí tenéis fotos de algunas de las joyas que pueden verse en Lisboa.

Colgante con rostro de mujer (arriba), está fechado entre 1898-1900, hecho en vidrio, plata, esmalte, cristal y piedra blanca. La verdad que si hubiera que elegir 10 piezas para resumir el Art Nouveau, ésta podría ser una de ellas sin ningún ploblema. También es fácil imaginar a Liv Tyler llevándolo al cuello en "El Señor de los Anillos" (toda la decoración de la ciudad de los Elfos era muy Art Nouveau). A mí me gusta, me parece una joya no sólo bonita y espectacular por la habilidad y el trabajo que requiere para hacerse, sino también con un toque de sensualidad muy especial.

Una de mis favoritas es esta gargantilla (1906-1908) de cristal tallado con gatos (abajo podéis ver la gargantilla más de cerca, y una de la piezas que la forman con uno de los felinos). Realmente extraordinaria la imaginación de este hombre, y la delicadeza trabajando. Lo que no me quedó muy claro es si era una joya fácil de llevar, o, al menos cómoda, pero, desde luego, es una obra de arte.

Otra de las piezas que me dejaron con la boca abierta de admiración fué este pectoral con el pavo real (1898-1900). Es sencillamente maravilloso. Me imagino a la mujer que lo encargara con un vestido de esos largos, tipo como los que llevan las mujeres que fueron retratadas por Gustav Klimt ( y no hablo de los cuadros, sino de los retratos), esos vestido claros, delicados, largos hasta el suelo, con mucho volumen y cuello largo y este broche en el centro justo debajo del cuello. ¡Me encanta!

También hay en la colección dos peinetas preciosas, una con forma de orquídea, y esta otra (1889-1900) con un paisaje a base de esmalte que me parece super romántica, casi parece salida de un cuento de hadas.

Bueno, después de poneros los dientes largos, no sufrais pensando que nunca podréis acceder a una joya tan exclusiva más que como visitante del Museo Gulbenkian, como me pasó a mí, porque Monsieur Lalique también diseñó frascos para perfumes, algunos tan exclusivos como estas joyas y otros más "comerciales". En 1908 decidió colaborar con la casa de perfumes Coty (casa de perfumes, que ahora comercializa, entre otros, el perfume Lovely de Sarah Jessica Parker), que tenía tienda al lado de la suya, y diseñó un frasco para el perfume Léflert. A esta colaboración le siguieron otras con Lancôme, Rochas y Nina Ricci, para quien diseñó el maravilloso frasco del perfume L´Air du Temps, que todavía hoy se comercializa, y que este año estrena anuncio con Elise Combez como imagen.

También la propia casa Lalique, que ahora llevan el hijo y la nieta del fundador, ha sacado a la venta sus propios perfumes, como éste que lleva por nombre el apellido del genial artista francés y cuyo frasco, también precioso, es de cristal tallado con motivos naturales, como no podía ser de otra manera, al más puro estilo Art Nouveau.

Así que, para los que no podais cogeros puente, o no podais ir a Lisboa a regalaros la vista con la colección de joyas de Renée Lalique, simpre os queda la sección de perfumería de El Corte Inglés para ir de exposición a disfrutar de verdaderas obras de arte de principio de siglo, en plan económico ;)

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