









El resultado de estos límites impuestos ha sido una colección comercial, esto es, vendible, o mejor dicho: ponible. Una colección colorista, que ya la quisiera alguno que otro para su Haute Couture, pero que, al tratarse de Galliano, resulta decepcionante. Claro que para dar rienda suelta a su creatividad, ya tienen su propia firma, habrá pensado Arnault.
No porque sea fea, al contrario, es una colección preciosa. Tampoco porque no demuestre su categoría como couturier, que lo hace sobradamente. Ni porque no reinterprete a la perfección el espíritu de la maison, que lo hace. Lo decepcionante es cómo lo hace, y a quién se dirige. Y ya van dos veces.
Si los detractores de Lagerfeld le echan en cara que para reinterpretar el legado de Mademoiselle Coco no es necesario repetir el traje de chaqueta de tweed, ni la camelia, ni el 2.55 hasta la saciedad (en mi opinión no es ese su defecto, sino su mayor logro: presentar cinco versiones de lo mismo cada año); imagino que el mismo reproche cabe hacerle a Galliano cuando se vuelve ponible. Aún más, al menos Lagerfeld sabe rejuvenecer la firma, Galliano ha demostrado que no sabe diseñar para gente joven (y abarco hasta los cuarenta y pocos al hablar de juventud) cuando se inspira en el trabajo de Christian Dior.
Incluso, y a pesar de ser una colección de vestidos bonitos, termina por repetirse: los trajes de ante (como el gris de las primeras fotos) los vimos en la pasada colección de prêt-a-porter, y el resto lo hemos visto en la última de Alta Costura. Ésta es sólo la hermana pequeña de aquélla.
Pequeña y con menos fuerza, como dice Suzy Menkes, pareciera que la Madame Butterfly que nos presentó en enero se hubiera casado con un acaudalado Lord, y se dedicara a exhibir la pasta de su marido con su (bonita y elegante) ropa.
Se alzan las voces contra los holandeses por torturar a las modelos, tan profesionales. ¿Os suena? Sí, al final, en todas partes cuecen habas.
En fin, qué dura es la profesión de modelo, cuándo no te hacen engordar y te obligan a pesarte, te vienen con éstas. Lo que hay que aguantar.
A Pe lo del Plan B le salió bien, pero su secuela en la (otra) alfombra roja de ayer, además de absurda (ninguna de las grandes se cambió) fue un desastre. Ese Chanel plateado con escote tipo "se abre el telón" es el vestido más feo que le he visto nunca.
A la fiesta de Vanity Fair, la mitad de las invitadas acudieron vestidas con trajes largos, y la otra mitad con trajes cocktel. De los largos me gustó, sin maravillarme (aunque ella estaba muy guapa) el de Diane Kruger. Me pareció fantástico el vestido negro con la flor gigante blanca de Georgina Chapman (una de las diseñadoras de Marchesa), muy elegante, y le sentaba genial. Y Liv Tyler estaba preciosa. Me encantó tanto el vestido de vestal griega, como el colgante. Una de mis favoritas de la noche. Y eso que en blanco, en gris o en rosa me hubiera gustado más.
Emmy Rossum (una tía a la que no le veo el atractivo por ninguna parte, y que me parece cursi y sosa hasta decir basta) iba muy elegante, aunque rozando la cursilería. Es muy potita, muy de detallitos, lacitos, etc. Pero iba bien.
En el apartado de vestidos cortos, mis favoritos fueron el de Marisa Tomei (ignoro el diseñador), el Cavalli de Gretchen Moll (muy guapa de castaña), aunque ya se lo había visto a Diane Kruger, y mejor llevado, en alguna otra fiesta, y, por supuesto, el Christian Dior Alta Costura de Natalia Vodianova. Estaba guapísima (a pesar de que esta foto no le hace justicia).
Me gustó, aunque no tanto, Aerin Lauder Zinterhofer. Lo mejor: el collar y que se atreva con algo no tan clásico como lo que suele llevar. Lo peor: el peinado, sin duda, y que el conjunto final es soso.
Y de las chicas vestidas con un cocktel, me decepcionaron Carolyn Murphy que, según el momento me gusta, o me deja de gustar. No la acabo de ver del todo bien. Y Natalie Portman, sorprendentemente cursi para lo que suele ser su estilo habitual. No es un horror tipo Beyoncé o Katie Holmes (ésta llevaba en la cabeza unas piedras exactas a las que llevaba Beyoncé en su primer vestido), pero es de las veces que peor la he visto.
Nicole Kidman por ir de rojo, por ir de Nicolas Ghesquière con un vestido precioso del que ni siquiera hemos visto una versión "prêt-à-porter" anterior(¿será un "previo" de su próxima colección?), por pasar de la moda (mandan los años cuarenta sobre la alfombra roja), por deslumbrar con sólo dos brazaletes, y porque, aunque sabemos que abusa del botox y la naturalidad no es su fuerte, estaba elegantísima, guapa y nada postiza.
En cualquier caso, da igual. Ni Galliano, ni Chanel, ni Dior ni Valentino, ni Carolina Herrera, ni Oscar de la Renta, ni Ralph Lauren. Penélope Cruz no había elegido mejor un vestido desde que se puso aquel Donna Karan blanco en no recuerdo qué fiesta. Además, no fue cardada (¿le están llegando las opiniones de que el look Loren le pone años encima? Si es así, mejor). Lo que no estaba tan logrado fue el maquillaje. Y ni los zapatos de Jimmy Choo ni el bolso hacían justicia a un vestido impresionante de Versace Atelier, una versión Costura, de la última colección de Donatella.
Con Reese Witherspoon pudimos disfrutar, antes también del desfile que se celebrará esta semana en París, de otro de los diseños de Theyskens para Nina Ricci. La sureña se ha convertido en su musa, y ni el belga ni ella se han equivocado con esta alianza. Aunque es la rubia más legal de Hollywood la que más beneficio saca de esta "asociación". Vestida de acuerdo con su edad (¡por fin!) con vestidos exclusivos y preciosos (¿a que parece hecho con papel pinocho?), a Reese ya no se la cuelan.
Otra de las elegantes de la noche fue Maggie Gyllenhaal de Proenza Schouler, que hacen su primera aparición importante en La alfombra roja con este precioso vestido estilo años cuarenta en azul tinta y negro que le sentaba de maravilla. Siempre clásica, volvió a ser una de mis favoritas, no sólo por el vestido, también por el tocado de plumas. Me encantó.
Cate Blanchett quiso pisar sobre seguro en la alfombra roja, así que hace un mes viajó a París con Giorgio Armani para elegir vestido. Este vestido. El único vestido de Armani bonito de los que se vieron ayer, porque los de Beyoncé y Katie Holmes eran cursis hasta decir basta. Como siempre, estaba guapísima y perfectamente maquillada. La que mejor, en mi opinión. Además las ondas al agua le favorecían, algo de lo que no pueden presumir otras de las que se peinaron así.
Jennifer López no tuvo su noche con el maquillaje, que resultaba terroso, pero acertó con el vestido. Era de Marchesa, una de sus marcas favoritas, y aunque ha estado más espectacular otras veces, fue de lo mejor que se vió anoche.
Rinko Kikuchi fue, como había anunciado, de Chanel. Un Chanel Alta Costura mucho más discreto que otros que ha llevado, y mucho más soso. Vale, es bonito, pero me decepcionó. Esperaba mucho más de Rinko. Sí me gustó el moño, más que el de Pe.
Otras tres que me gustaron sin emocianarme fueron: Kate Winslet (qué mal le sentaba el peinado) con un Valentino Alta Costura, muy bonito pero soso.
Para acabar, una mención especial a las españolas: Ivana Baquero me decepcionó, estaba mucho mejor en los Goya. Maribel Verdú, de Carmen March, iba muy elegante, pero el color no le favorecía mucho, y el maquillaje era muy apagado. Y Mónica Cruz, de Oscar de la Renta, iba guapísima. Muy clásica, pero muy acertada. Tuvo el honor de llevar el único Oscar de la Renta digno de la noche.
Muy Rosemary, así se llamaba el personaje de la, incomprensiblemente, exmujer tanto de Frank Sinatra, como de Woody Allen.
Al principio llevaba esa melenita de paje con flequillo. Parece que ni Sienna, ni Edie mandan, y que es Mia la que vuelve a estar de moda.
Esta primavera con su corte de pelo pixie de los años sesenta, y el próximo otoño con su look años veinte de "El gran Gatsby". Incluso este verano ya, si seguimos a Marc Jacobs.
Imagino que debido a los flequillazos que lucen ahora los adolescentes se están perdiendo uno de esos extraños fenómenos que solían darse cuando llegaban temperaturas más agradables: esas dos semanas en las que la mitad de los chicos de la clase se ponían de acuerdo (bueno, sus madres) para cortarse el pelo.
Un poquito más largo que ella lo llevan Kirsten Dunst y Kate Bossworth, como nos cuentan en "El Tocho" (así lo llama el chico que me lo vendió) este mes. Y un poquito más corto se lo ha dejado Mary Donaldson, con la intención de "parecer más madura y seria" ¡¿?! Siguiendo con la realeza, Carolina de Mónaco se ha cortado todavía más el pelo, desde que este verano se lo dejara en un sí-es-no-es corto, que le favorecía poquísimo.
Yo ya os conté que estaba intentando dejar crecer mi aburrida media melena. Tengo poca paciencia, pero lo voy consiguiendo, aunque viendo el panorama, igual hago como Marc Jacobs y me lanzo a un cambio radical. De momento, he cambiado algo blog. Y puede que lo cambie un poco más un día de estos. ¿Alguna sugerencia?
No voy a mentir, la gran mayoría de las cosas, ni me las compraría, ni me las pondría en el caso de que me las regalasen, pero me ha gustado mucho la colección. Lujo sutil, aunque sólo en apariencia; lujo para entendidos en definitiva. Un puntito de agresividad y, en mi opinión, un toque de sexappeal.
Conforme me voy haciendo a la idea de que esos no-calcetines, o no-calentadores, o no-medias, van a ser el objeto de deseo de fashionistas de medio mundo; y que es muy probable que las chicas de Vogue París se hagan con uno de sus barrocos abrigos (no te ha salido tan sencilla Miuccia), en oscuro bien sûr; más claro tengo que no es Bea "la Fea" la nueva chica Prada.
La mujer Prada del próximo otoño no es rara, quiere parecerlo. No es una infeliz, tiene carácter. Que no os confundan los colores ni los cortes: no es daltónica, ni tiene un tipo horrible. Al contrario, su aspecto es fruto de horas de meditación y de su mal disimulada vanidad. Y ojito con ella, es un poco chunga.
Las camisetas son divertidas, mi favorita es la versión cuatro bolsillos de la "T-shirt for collecting memories" en amarillo. 
WATERLOO
Desde hace tres meses venden al mundo sus camisetas vía Internet.
Cantantes, grupos de música y películas imprescindibles tienen su homenaje en estas camisetas "made in Argentina".
¿"La naranja mecánica" de Stanley Kubrick, "Charlie y la fábrica de chocolate" de Tim Burton, o "The life Aquatic" de Wes Anderson? ¿George Harrison, Janis Joplin o David Bowie? ¿Cuál es tu favorito? Hay más, no son los únicos.
LA FRAISE 
Y desde Francia una página que últimamente ha ido perdiendo fuelle en sus diseños, aunque todavía se pueden encontrar cosas chulas como esta camiseta con calavera de flores.
Un versión primaveral de una de las tendencias de los últimos meses, también está en negro para los chicos, pero la fucsia mola más.
Y aunque ya ha pasado San Valentín, a las parejas románticas (románticas en plan Meg Ryan y Sandra Bullock) seguro que les encanta ir a juego con las dos camisetas de abajo.
Es coña, en solitario seguro que funcionan mejor.


Y no le queda nada mal, me gusta esta versión. Al final, puede que sí sea posible ver algún "turbante" por la calle. Yo lo veo más que la braga reductora de Sienna.

En el caso de Lemoniez también me parece que esta colección la ha conseguid más que la anterior. Los colores y los tejidos la hacen menos aburrida y más sofisticada. La mujer Lemoniez sigue siendo clásica, y superada esta temporada primavera-verano, volverá a ser chic el próximo verano.
SÍ A ROMPER EL REINADO DEL NEGRO CON COLORES VIBRANTES
"Killers kill, dead men die" es el título del reportaje dedicado a Hollywood de este año que será publicado en el número de marzo de la revista Vanity Fair. En la web están, al alcance de todos, algunas fotos de los actores ya caracterizados para posar ante la cámara de Annie Leibovitz.

De izquierda a derecha vestidos de La Redoute, Mango, H&M y APC.

De izquierda a derecha vestidos de Sass & Bide, Marni, Vanessa Bruno y Marc by Marc Jacobs.
¿Os mola alguno?